sábado, 4 de abril de 2009

Prosa breve de Julia del Prado publicado en La Guinda (Madrid) Revista Nº 4, abril año 2009








Prosa breve de Julia del Prado





Al final de la ruta de la seda Bretón encuentra la
legaña del dormido Barón de Munchausen que en sus
mejores tiempos, era lágrima triste y callada.








El Señor llamó a Shakeaspeare, Bretón y Picasso para que inventen el mejor caballo árabe del desierto. Estos locos artistas nunca se pusieron de acuerdo y al final inventaron al camello. (En base a un proverbio)


Sherezade



Sherezade cuenta una más de sus historias en el delta del Tigris donde las barquitas lo cruzan y las garzas y gaviotas en la popa, no quieren levantar su vuelo.







Sombras





Esas sombras se estiran para contener el viento de mañana que sacude el patio. Protegen a los niños en el albergue y les traen pan. Caminan por el pueblo, pero en la noche ya no están porque el sol se fue.










La araña Juanita





Juanita, la araña ya no teje su red en el techo de mi casa, sino que se dirige hacia
una limusina color de plata y se confunde con ella.











Julia del Prado (Perú)

Publicados en La Guinda. Revista Nº 4 Abril año 2009 (Madrid-España)

La Ladera. Cuento de Julia del Prado. Publicado en Voces de hoy (Miami), mayo-junio 2009


La ladera


Dicen que era un caballero elegante, de facciones finas, un caminante aventurero que gustaba de mujeres, sean rubias o morenas. Andaba a caballo, lo llamaban El Bandido.


Yo no lo conocía en esa época, sólo llegó a mis oídos sus coqueteos. Lo vi sí de lejos, en su etapa de años vividos, de hombre viejo, vencido por la vida, con esa añoranza marcada que tiene todo Don Juan. Lo vi sí, en varias oportunidades en una ladera de algún lugar del planeta y no sé si exactamente en un sueño. No recuerdo en que ciudad, en qué país, pero ahí omnipresente estuvo bajo un árbol meditando –a veces-, vociferando otras.


Parecía –me dije-, Marlon Brando, pero Marlon cuando ya no tenía atractivo, pobre Marlon. Gordo, ceboso, sin ese rastro de joven que seduce con una mirada a la mujer. Y sólo solo repetía como zombi versos incoherentes acompañado de su guitarra, a su última dama, una rubia sanguínea “raposa”. Ella lo había puesto en tal estado, cada osadía, cada atrevimiento de juventud lo había pagado con ella.


Lo vi sí, pero la última vez -Oh Dios, fue más o menos así. En la ladera bajo el árbol sentado en su rutina, sólo que ahora se levantó para caminar y se cae en su vejez aturdida, vueltas vueltas daba, una pelota, eso era. No me explico ilusión o magia, la pelota vieja, gorda y calva ante mis ojos asombrados se tornó piedra. Y luego: nada, nada, nada.


Escrito en marzo de este año.Publicado en la revista Voces de hoy de Pedro Pablo Perez Santistebán. mayo-junio 2009, páginas 17-18.